Es difícil ver esta película y no pensar que posiblemente estemos frente a una de las mejores películas Colombianas de la historia, o quizás la mejor, aunque esa comparación “odiosa” sea seguramente la excusa para una guerra de opiniones cinematográficas, pues competirá en la recta final de “foto finish” con “La estrategia del caracol”, “la vendedora de rosa” y “Satanás” que son para mí, el canon de las obras colombianas con más calidad narrativa. Pero como felizmente este arte no trata comparaciones, y cada obra con esta calidad que ve la luz es un regalo, ha sido un placer ver una película como esta.
El olvido que seremos, es una adaptación de la famosa obra literaria homónima de Héctor Abad Faciolince, libro que leí con mucho gusto, pero que, al ver dicho relato en pantalla grande, fue de fascinación total. Pese a que en mi opinión, la adaptación podría haber sido un poco mejor, el trabajo realizado no desmerece y es tremendamente bien logrado. Así entonces, el relato tanto del libro como la película, es un poema de amor de un hijo a su padre y al mismo tiempo de un padre hacia sus hijos. Y es esto, lo que inevitablemente hizo que dibujara a mi propio padre en esa ficción mientras la veía, ya que son innumerables los lugares comunes que en mi vida se reconocen en la de Héctor Abad., hijo.
Los hermanos, David y Fernando Trueba, vuelven a trabajar juntos y nos deleitan con un guión redondo y una dirección que brilla en el manejo de actores. Trueba esta vez ofrece una narrativa brillante, llena de lo que nos tiene acostumbrado, diálogos ingeniosos y un humor mesurado, silente, a veces entre líneas.
Aun así y que ame la película, es innegable el tono condescendiente que tiene en ciertas ocasiones, cosa que es común en las Biopic autobiográficas, en donde quien narra la historia omite convenientemente los trapos sucios, que son tan importante para evitar la autocomplacencia. Otra cosa que me hizo algo de ruido fue un inexplicable cambio de carácter del co-protagónico en la segunda mitad, que a mi parecer nunca fue abordado de manera adecuada. Sin embargo, con una narrativa impecable que transforma lo anterior en solo un minúsculo detalle.
La fotografía no se destaca particularmente, pero es por lo general una fotografía bonita y con una estetica muy cuidada, siendo quizás lo más notable, la separación emotiva mediante colores para denotar la alegría familiar y el uso de una escala de grises, tras la experiencia amarga de los personajes en la segunda mitad de la cinta. No es exagerado decir que posiblemente sea el mejor trabajo de Fernando Trueba, y aunque no es uno de mis directores favoritos, he disfrutado su enorme talento al contar historias tanto en la Oscarizada Belle Époque, y en la que antes de ver “El olvido que seremos” era mi preferida, “Chico y Rita”.
Esta vez Trueba ofrece una narrativa brillante, llena de lo que nos tiene acostumbrado, diálogos ingeniosos y un humor mesurado, silente, a veces entre líneas. Siendo un director bastante clásico, no mueve la cámara al menos que sea totalmente necesario, ósea que es casi imposible ver algún plano fuera de los tres tercios. Esto no es nada malo en absoluto y no significa que no logre imágenes bellas y poderosas, ya que su trabajo es bastante impecable al construir una obra totalmente llena de tradiciones, tanto familiares como fílmicas.
Al ser una historia tan íntima y tan natural, podría haber caído en la intrascendencia narrativa de Cuarón en “Roma” pero no, no lo hace, en cambio, Trueba si lo logra con maestría al basar su puesta en escena, en sus actores y en un guion que le permite hacer gala de su mayor experiencia: la narrativa coral.
¿Las actuaciones? creo que en este aparte no sobraran halagos para todo el reparto. Es sin lugar a dudas la columna vertebral de este relato tan íntimo, pero es claramente Javier Cámara quien lleva el peso argumental, y lo hace de una forma magistral, se viste con la piel de un padre bueno por naturaleza, introspectivo a veces, y lo hace de una forma que hipnotiza, y allí, en sus fueros, el de la Rioja es el más paisa de todos.
Le sigue en carga dramática el hijo, pero solo el niño (Nicolás Reyes Cano), el adulto perdió el alma que de niño había creado, así que Nicolas lo hace muy bien y transmite todo el amor e inocencia sin necesidad de hablar. Y claro no podía dejar de comentar la perfecta actuación de una de mis actrices favoritas en Colombia Aída Morales, quien hace un pequeño personaje pero que engrandece la secuencia y el momento. .
Finalmente “El olvido que seremos” es una muy, muy, buena película, que ningún Colombiano debería dejar de ver, incluso ningún Latino debería, ya que nos permite ver cómo la lucha histórica por los derechos básicos de los pueblos, se repite una y otra vez hasta nuestros días de manera muy similar. Merecedora del Goya a mejor película iberoamericana y quizás merecía también la nominación al Oscar por película extranjera, ya que a mi parecer tiene más méritos que otras producciones que lo lograron antes.
2021/ Drama
- Dirección: Fernando Trueba
- Guión: David Trueba.
- Novela: Héctor Abad Faciolince
- Música:Zbigniew Preisner
- Fotografía: Sergio Iván Castaño
- Reparto: Javier Cámara, Patricia Tamayo, Juan Pablo Urrego, Nicolás Reyes Cano, Aída Morales, Sebastián Giraldo.
- Premios
- 2020: Premios Goya: Mejor película iberoamericana